La "bici" de Juan
Para todo el mundo, Juan, es un desconocido. Una persona más entre todas las demás, una persona normal y corriente, pero una gran persona para los pocos que tuvimos la suerte de conocerle.
No lo tuvo fácil en la vida, quiso Dios que al escribir con renglones torcidos, los pilares de esta sociedad hicieran que se tambaleasen sus creencias y que por el hecho de ser hijo de madre soltera, le resultase más difícil seguir una educación en un colegio de curas, en el que siempre fue señalado y maltratado. Tampoco le resultó fácil sacar a su familia adelante, entonces trabajar en cualquier cosa no le hacia ascos, como a la juventud de hoy en día, la necesidad resultaba más agobiante que el paro de ahora, no había ayudas, pero sí mucho hambre y unas bocas que alimentar.
Tan solo le conocí tres grandes pasiones, su familia, su Real Madrid y su bici. De la primera doy fe, porque también es la mía, de la segunda, se que le causaba tantas alegrías como disgustos y de la tercera, diré que es la culpable de que a mí me guste este deporte.
El era un cicloturista nato, escogía un pueblo al azar en el plano de Madrid y para alla que se iba temprano, con la que ha sido su compañera de toda la vida…, no la bici, si no su esposa que también le acompañaba en sus salidas. Sin prisas, sin agobios, sin hora de llegada, el avituallamiento consistía en plato y mantel…, en eso consistía el cicloturismo para Juan. Quiso la desgracia, que un día entrando en Madrid, un coche tirase a su compañera y le rompiera la cadera…, desde ese día el miedo se apoderó de ella y nunca más se subió a la bici.
No resultó difícil que me convenciera para que le acompañase en sus salidas, así comencé a conocer esta comunidad y disfrutar de este deporte que por otra parte no perdona si no lo practicas con frecuencia y entre esto y sus dificultades respiratorias tuvo que abandonar esta afición que tanto le gustaba. Para mí ya era tarde, me había metido el veneno en el cuerpo y todavía no me lo sacado, ni ganas que tengo de perderlo; pero su bici quedo en el abandono, de una terraza un mísero plástico que la cubría de las inclemencias del tiempo.
Hoy Juan ya no está…, pero prefiero quedarme con esa imagen de él recorriendo los pueblos de Madrid, en esta su bicicleta que hoy comparto con vosotros. No me resultará fácil, pedalear donde lo hizo él, pero es la forma más sencilla que he encontrado de darle las gracias por muchas cosas que me ha dado, es por eso que hoy saldré en La Bici de Juan.
No lo tuvo fácil en la vida, quiso Dios que al escribir con renglones torcidos, los pilares de esta sociedad hicieran que se tambaleasen sus creencias y que por el hecho de ser hijo de madre soltera, le resultase más difícil seguir una educación en un colegio de curas, en el que siempre fue señalado y maltratado. Tampoco le resultó fácil sacar a su familia adelante, entonces trabajar en cualquier cosa no le hacia ascos, como a la juventud de hoy en día, la necesidad resultaba más agobiante que el paro de ahora, no había ayudas, pero sí mucho hambre y unas bocas que alimentar.
Tan solo le conocí tres grandes pasiones, su familia, su Real Madrid y su bici. De la primera doy fe, porque también es la mía, de la segunda, se que le causaba tantas alegrías como disgustos y de la tercera, diré que es la culpable de que a mí me guste este deporte.
El era un cicloturista nato, escogía un pueblo al azar en el plano de Madrid y para alla que se iba temprano, con la que ha sido su compañera de toda la vida…, no la bici, si no su esposa que también le acompañaba en sus salidas. Sin prisas, sin agobios, sin hora de llegada, el avituallamiento consistía en plato y mantel…, en eso consistía el cicloturismo para Juan. Quiso la desgracia, que un día entrando en Madrid, un coche tirase a su compañera y le rompiera la cadera…, desde ese día el miedo se apoderó de ella y nunca más se subió a la bici.
No resultó difícil que me convenciera para que le acompañase en sus salidas, así comencé a conocer esta comunidad y disfrutar de este deporte que por otra parte no perdona si no lo practicas con frecuencia y entre esto y sus dificultades respiratorias tuvo que abandonar esta afición que tanto le gustaba. Para mí ya era tarde, me había metido el veneno en el cuerpo y todavía no me lo sacado, ni ganas que tengo de perderlo; pero su bici quedo en el abandono, de una terraza un mísero plástico que la cubría de las inclemencias del tiempo.
Hoy Juan ya no está…, pero prefiero quedarme con esa imagen de él recorriendo los pueblos de Madrid, en esta su bicicleta que hoy comparto con vosotros. No me resultará fácil, pedalear donde lo hizo él, pero es la forma más sencilla que he encontrado de darle las gracias por muchas cosas que me ha dado, es por eso que hoy saldré en La Bici de Juan.
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